Intangible [Privado Asmodeus]

Es imposible que un ser se halle eternamente bajo un mismo estado de ánimo, porque a pesar de que mi ambiente es presuntamente estático, y la belleza no se desvanecerá nunca, ni se separará de mi mirada, conozco más que nadie que mi mente no es más que uno de los más caóticos caudales, y su humor, entéramente incierto, me somete de manera experta, y trunca mi percepción.

El agua es un fluído como ningún otro, cuna de vida, cuyo flujo solo podría ser explicado racionalmente por los más complicados modelos matemáticos. La fuente de vida, a pesar de su tan simple estructura. Todo lo que el agua involucra es fascinante, desde su capacidad para moverse, generar perfectos flujos tanto líquidos como gaseosos, hasta la simpleza de una gota de agua, que con un interminable cariño se adhiere a las superficies, a mi piel en este caso, y la acaricia como consolándome, silenciosa, dulce, que recorre descaradamente cada uno de los rincones de mi cuerpo tangible, dándome el más relajante de los masajes.

A veces cuestiono el actual curso del mundo, el porqué del desorden, el porqué de los pets, y cómo el ser celestial logra observar este mundo sin cambiar su curso. Yo, con mi vista subjetiva e inmensamente limitada soy capaz de divisar el sufrimiento, el llanto, el vacío y los sueños rotos de seres inocentes, y con solo eso encuentro reflexión suficiente para sumirme en la tristeza. ¿Cómo es entonces que el ser celestial, que todo lo ve y todo lo entiende, soporta ver su creación tomar tal curso? Me cuestiono, y no lo logro entender. De seguro existen una infinitud de argumentos que simplemente no soy capaz de ver.

Y eso, eso agudiza mi tristeza.

Hace no mucho tiempo me aventuré a visitar las aguas termales. Como ya he mencionado anteriormente, las cualidades del agua son incontables, maravillosas, y sin duda alguna no lamento haber buscado sus caricias para de alguna manera mitigar mi negativo estado de ánimo. Es complicado, pero poco a poco me acerco al estado de paz.

Me encuentro solitario, rodeado de agua por absolutamente todo mi cuerpo. Es cálida, sensual, deliciosa. Me seduce cada instante con sus roces a mi cuerpo desnudo. Aprecio la compañía, sin embargo, no lamento encontrarme por mi cuenta. De esa manera pienso ininterrumpido, y poco a poco me sumo en mi reflexión. Con los ojos cerrados, y en silencio. La única voz es aquella perteneciente al flujo del agua.